De la guerra, al Pastorado.

Gerardo Laboy, en su testimonio, relata un momento clave en su vida en el que su amigo le pide ser testigo en la ceremonia de presentación de su hijo en la iglesia, a pesar de no asistir regularmente a la iglesia. Este evento desencadena en Laboy una reflexión profunda sobre su relación con la fe y la comunidad religiosa. Él reconoce que, aunque se ha sentido alejado de la presencia de Dios durante años, ha sido testigo de cómo la manifestación del amor y la paciencia en su esposa durante momentos difíciles lo ha llevado a comprender la obra del espíritu a través de ella.

Es por Gracia

Laboy confiesa que, a pesar de su alejamiento de la casa del Padre, descubre que su idea de una relación con Dios era unilateral, similar a la que tenía con su padre terrenal. Esta revelación lo lleva a comprender que la presencia divina está siempre presente, incluso en los momentos en los que él se sentía más distante. El testimonio continúa con Laboy compartiendo cómo, aunque inicialmente dudaba de su participación en la ceremonia religiosa, fue recibido con calidez y aceptación por la comunidad de fe. Este gesto lo lleva a comprender que Dios lo ha estado esperando con los brazos abiertos, incluso cuando él se sentía indigno. En última instancia, el testimonio de Gerardo Laboy refleja un viaje espiritual de reconciliación y aceptación, donde descubre que la presencia divina está siempre presente, incluso en los momentos de mayor alejamiento y duda. Gerardo Laboy describe su llegada a una iglesia donde fue recibido con calidez y amor, sintiendo una conexión profunda con la presencia de Dios. A pesar de sus problemas de alcoholismo y trastorno de estrés postraumático (PTSD), experimenta una paz sobrenatural que lo lleva a buscar una relación más profunda con Dios. Durante la predicación, se siente impulsado a aceptar a Cristo como su Salvador, comprendiendo que, a pesar de las dificultades de la vida, Dios tiene el control y está siempre presente para él. Laboy reconoce que durante años creyó que debía cambiar antes de ser aceptado por Dios, pero ahora comprende que Dios lo acoge tal como es, ofreciendo su ayuda para transformarlo. En su encuentro con Dios en la iglesia, experimenta una profunda conexión espiritual y la manifestación de la presencia divina. A pesar de seguir luchando con su alcoholismo, siente la necesidad de entregarse a Dios y busca su intervención para superar su adicción. Al orar fervientemente por liberación, experimenta una respuesta sorprendente cuando intenta beber alcohol y encuentra que el sabor es insoportable, interpretando esto como una intervención divina en su proceso de recuperación. En el proceso de dejar el alcoholismo y sanarse, Gerardo Laboy decide seguir el llamado de Dios a ser pastor, aunque eso signifique abandonar su carrera en administración de empresas para estudiar teología. A pesar de las críticas y consejos contrarios, Laboy reconoce la importancia de obedecer al llamado divino y seguir el propósito que Dios tiene para él. Durante este tiempo, su esposa, la pastora Jessica, lo sostiene en oración, declarando sobre él la identidad que Dios le ha dado, incluso cuando él mismo se veía como un alcohólico. Este apoyo y fe de su esposa lo inspiran a ver a las personas con los ojos de Dios, reconociendo su valor y potencial según lo que Dios ha hablado sobre ellos. Entendiendo que todo lo que ha recibido de Dios es un regalo gratuito, Laboy decide servir a Dios y a los demás como expresión de gratitud, reconociendo que su servicio no es para ganarse la salvación, sino como una respuesta a la gracia recibida.

Un solo próposito

Después de mudarse de Alaska a Maryland, Gerardo Laboy y su familia buscan una iglesia donde puedan establecerse. Aunque visitan varias iglesias con buena doctrina y teología, no encuentran un lugar que sientan como su hogar espiritual. Finalmente, encuentran una iglesia donde se sienten bienvenidos y donde creen que Dios los ha guiado para estar. Durante este proceso, Laboy reflexiona sobre su transición del liderazgo militar al liderazgo espiritual en la iglesia, reconociendo los errores que cometió al intentar aplicar principios de la milicia al ministerio eclesiástico. Destaca la importancia de filtrar todas las acciones a través del amor y el trato compasivo hacia los demás, recordando que el amor y la paciencia son fundamentales tanto para los nuevos miembros como para aquellos con más tiempo en la iglesia. Además, comparte una experiencia personal sobre cómo su enfoque excesivo en el ministerio afectó a su familia, especialmente a sus hijas, lo que lo llevó a reevaluar sus prioridades y reestructurar su enfoque hacia Dios, la familia y la iglesia.

Gerardo Laboy comparte su testimonio sobre su experiencia como pastor en Maunabo, Puerto Rico, después de haber estado pastoreando en Maryland. Destaca cómo la confianza en el Señor lo llevó a este momento en su vida ministerial. Explica que su fe se ha fortalecido a lo largo de los años, llegando a un punto donde puede discernir la voz de Dios claramente y actuar en obediencia, incluso cuando los pasos parecen irracionales para otros. Recuerda el momento en que tuvo que dejar su carrera militar para seguir el llamado pastoral en Puerto Rico, confiando plenamente en Dios para la provisión y la dirección. Agradece el apoyo de su esposa y co pastora en esta decisión. Destaca cómo esta experiencia le ha hecho vivir la historia de Abraham y su llamado a dejar todo por la fe. Además, comparte un momento conmovedor de restauración en su relación con su padre, quien expresó su deseo de seguir el camino espiritual de su hijo antes de fallecer. Laboy enfatiza la importancia de sanar las relaciones pasadas para poder mostrar el amor de Cristo a los demás. Finalmente, anima a los oyentes a confiar en Dios y a recordar que siempre son bienvenidos en Su casa.