"Cuando acepté mi identidad en Cristo, pude experimentar una transformación interna."

Fecha

Febrero 29, 2024

Nombre

Erica Rexach

La identidad en Cristo transforma

Érica Rexach es madre, esposa y pastora en Revival Church en Juncos, Puerto Rico.
A la temprana edad de 12 años, Erica asistió a un servicio evangelístico donde ella y sus amigos recibieron palabra de Dios sobre sus dones. Al saber que su don sería el de aconsejar, Erica se comparó con los dones que sus amigos recibieron y se molestó tanto con Dios que, en medio de su enojo, le dijo: "A ellos les das dones tan grandes y a mí me das una porquería?". Esto llevó a Erica a olvidar ese servicio evangelístico.

Cuando llegó el momento de entrar a la universidad, Erica decidió estudiar Ciencias Naturales. Durante el proceso, menciona que Dios le cerró las puertas para estudiar Ciencias Naturales, por lo que decidió estudiar Psicología. En esa decisión, el Espíritu Santo le recordó a Erica el evento especial en el servicio evangelístico donde ella y sus amigos recibieron dones.

Erica decide obedecer a la voz de Dios

Luego de varios años, Erica ya estaba estudiando su doctorado y se había apartado de los caminos de Dios, ya que estaba más involucrada en la universidad. En esa etapa de su vida, Erica quedó embarazada, lo cual marcó un antes y un después. Para muchos, este cambio traería tristeza y fracaso, pero Dios se glorificó en esa situación para acercarla nuevamente a Sus caminos. Erica decidió casarse con su esposo y congregarse de lleno con su familia. Erica y su esposo enfrentaron una crisis matrimonial y decidieron separarse. Su esposo tuvo un encuentro con Dios cara a cara, y Erica recibió un mensaje del Espíritu Santo de que debía regresar a su hogar. Erica y su esposo retomaron su relación y decidieron congregarse en Caguas, en una iglesia llamada Gozen. Al cabo de tres meses, Erica y su esposo recibieron un ministerio. Para ellos, fue un momento hermoso de aprendizaje, y Erica se dio cuenta del impacto positivo que su testimonio tenía en otras personas.

Es hora de abrazar tu identidad

Después de un tiempo en Gozen, en Caguas, Erica recibió un llamado a ser pastora. Aunque nunca se había visto como pastora, aceptó el llamado por obediencia. Esto llevó a Erica y su familia a congregarse en Revival Church en Juncos como pastores asociados. A pesar de haber tomado la decisión por obediencia, Erica tenía inseguridades, dudas y miedos sobre su función como pastora. Aunque ejercía el rol de pastora, no veía su identidad mientras que las demás personas sí lo hacían. El Espíritu Santo le mostró a Erica que aún no había aceptado su identidad ni cómo Dios la había creado. Dios le hablaba sobre proyectos y planes, y Erica respondía con un "no" o un "tal vez luego". Después de un tiempo, Erica enfrentó una enfermedad que la puso entre la vida y la muerte. En ese momento, prometió a Dios que nunca más le diría que no si la sacaba de esa enfermedad. Esto la llevó a aceptar por completo su identidad como psicóloga, lo cual resultó en una transformación interna. Erica comenzó a ver a Dios obrar en situaciones donde antes no lo veía, y también empezó a notar el propósito de Dios en las personas que la rodeaban. Todo esto fue resultado de abrazar su identidad en Dios. Al notar esta transformación interna, Erica confesó que antes hacía todo por simple obediencia y no por pasión, por obediencia y no por compromiso. Erica destacó la diferencia entre decirle sí a Dios con palabras y decirle sí desde el corazón. Esto la llevó a comenzar a vivir su llamado como pastora y su profesión como psicóloga, y no simplemente a ejercerlos.

Erica menciona estas palabras en su testimonio:

"Porque muchas veces no vemos quiénes somos, no creemos en el depósito de Dios en nuestras vidas, dudamos de lo que Dios habla y dice de nosotros, e incluso nos menospreciamos. Y cuando hacemos eso, no vivimos, sino que existimos; somos obedientes pero no vivimos apasionados. Cuando entra esa convicción de identidad, cuando abrazamos lo que somos y quiénes somos en Dios, dejamos de existir y comenzamos a vivir. Dejamos de hacerlo por compromiso y lo empezamos a hacer por pasión. Muchas veces estamos dentro de la iglesia y no encontramos propósito a la vida; muchas veces servimos, trabajamos y hacemos sin entender para qué lo hacemos, sin entender por qué Dios decidió traernos al mundo, sin una identidad clara de lo que somos en Dios. ¿Qué pasa con nosotros cuando no tenemos una identidad clara? No estamos definidos y comenzamos a absorber lo que otros dicen de mí. La historia que otros cuentan de mí la hago mía, sin darme cuenta de que eso que otros dicen no necesariamente es lo que Dios habla de mí o lo que realmente hay dentro de mí. Tenemos que buscar cuáles son nuestras fortalezas, habilidades, talentos, en qué somos buenos, y por ahí dirigirnos y encaminarnos, porque muchas veces mi diseño en Dios, mi propósito, mi llamado, está bien relacionado con nuestras destrezas y habilidades. Hay muchos fuera de la iglesia, muchos heridos y lastimados por experiencias vividas dentro del cuerpo de Cristo, y esa identidad se lacera. Esa autopercepción, esa idea que tengo de quién soy, es lastimada porque hice mías todas esas palabras hirientes que inconscientemente se quedan dentro de uno y, de una manera u otra, tienden a trastocar nuestra identidad, tienden a lastimar quiénes somos y comenzamos a vivir una vida que no nos pertenece. Cuando no tenemos una identidad clara, vivimos vidas que no nos corresponden, vivimos para agradar a otros y, en ocasiones, nos convertimos en camaleones que nos adaptamos y ajustamos a los diferentes círculos sociales donde nos movemos. Somos de una manera en nuestra casa, de otra manera en la universidad o la escuela, de otra manera en el trabajo, de otra manera con nuestros amigos, y en ese efecto camaleónico, donde me adapto a mis círculos, me pierdo. Llega un momento contundente cuando uno está solo en el cuarto, casi siempre en la noche, donde entro en una crisis existencial y me pregunto: ¿Qué soy? ¿Quién soy? ¿En qué me he convertido? ¿Hacia dónde me dirijo? En ese punto, aunque nos sintamos indignos, aunque sintamos que no merecemos la gracia de Dios, nuestro mayor enfoque en ese momento de crisis existencial es Dios. Él es el único que puede sacarnos de esa duda, el único que puede responder esas preguntas. ¿Por qué? Porque las personas a veces hablan desde su dolor, desde su trauma, desde sus heridas, y no se dan cuenta de que perpetúan el herir a otros."

Detente y piensa

Erica menciona que en algún momento de nuestras vidas debemos detenernos y seguir estos pasos:

  • Detenernos
  • Dejar los afanes
  • Poner en pausa por un momento nuestra vida
  • Preguntarnos quiénes somos y, más importante, preguntarnos "¿Qué dice Dios de mí?"

Conclusión

El único que nos saca de dudas, el único que tiene una respuesta para cada pregunta que tengamos es Dios. Erica menciona que estar en un punto de vulnerabilidad con Dios es algo hermoso, ya que puedes presentarte a Dios tal como Él te creó y recibir ese abrazo consolador lleno de paz para seguir adelante en lo que Dios tiene para cada uno de nosotros.

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