Brian Colón, conocido como el "joven profeta", creció en Arroyo, Puerto Rico, en una familia humilde pero próspera. Su niñez fue feliz, gracias a sus padres que lo educaron en un colegio bilingüe y le inculcaron valores y disciplina a través del béisbol. Desde pequeño, Bryan soñaba con ser grande en el deporte y trabajaba duro para lograrlo, practicando todos los días. Aunque no fue criado en la iglesia, siempre creyó en Dios y, en su adolescencia, comenzó a orar fervientemente para que le permitiera avanzar en su carrera deportiva. Dios escuchó sus oraciones y, agradecido, Bryan sintió la necesidad de acercarse a la iglesia. A los 15 años, después de recibir una beca de béisbol, Bryan fue por primera vez a la iglesia con sus padres, quienes también sentían la necesidad de acercarse a Dios. En la iglesia, se sintió profundamente conectado y aceptó a Jesús como su salvador. Desde entonces, su vida cambió. Comenzó a asistir regularmente, participando en estudios bíblicos y cultos. Aprendió a orar sin cesar y a entender la palabra de Dios. Poco después, recibió el bautismo del Espíritu Santo durante un culto juvenil, una experiencia transformadora que fortaleció su fe. Desde entonces, su pasión por Jesús ha sido lo más importante en su vida, incluso por encima del béisbol.
Bryan comenzó a sentir un fuerte deseo de ser usado por Dios con poder y autoridad, pidiéndole que lo hiciera diferente y efectivo en la transformación de vidas. Mientras dedicaba más tiempo a su relación con Jesús, Dios empezó a revelarle su propósito, diciéndole que lo movería a un entorno con personas igualmente apasionadas. En un evento juvenil, conoció a un hermano que lo invitó a su iglesia, Casa Victoriosa, donde experimentó por primera vez sanidades, milagros y liberaciones. A pesar de la transición, sus padres lo apoyaron y se unieron a él en su nuevo camino espiritual. Bryan aprendió sobre la importancia de someterse a la autoridad de la iglesia y seguir el protocolo, lo cual entendió como un paso crucial para ser usado por Dios en un ministerio efectivo.
Bryan, mientras estaba en la academia de béisbol, recibió un mensaje de una creyente que trabajaba en su escuela, quien le propuso liderar un ministerio escolar, la "confra", después de notar su pasión por Dios en las redes sociales. Aunque la escuela no había tenido una confra en diez años, Bryan aceptó el desafío y con el apoyo de la pastora Karen Gómez y los líderes de su iglesia, Centro de Adoración Casa Victoriosa, comenzó a aprender y a prepararse. Al principio, Bryan predicaba a un pequeño grupo de jóvenes que fue creciendo. Sentía una gran responsabilidad y compromiso con Dios y los jóvenes, demostrando que Dios puede usar a cualquier persona, sin importar su edad, para impactar y transformar vidas. Durante uno de los eventos de la confra, Bryan experimentó su primer milagro. Una joven con un brazo notablemente más corto se acercó a saludarlo, y Bryan, sintiendo un fuerte impulso del Espíritu Santo, le preguntó si creía en Dios. Cuando ella respondió afirmativamente, él le dio instrucciones basadas en su fe y la autoridad que sentía que Dios le había dado. Ante la mirada asombrada de los presentes, el brazo de la joven comenzó a crecer hasta igualarse con el otro, y su cuerpo se enderezó. Este milagro no solo fortaleció la fe de Bryan, sino que también atrajo a más estudiantes, llenando el lugar de asombro y gratitud hacia el poder de Dios.
Después de experimentar el milagro del brazo de la joven, Bryan sintió una transformación profunda en sí mismo y comenzó a compartir su testimonio con otros. Su dedicación y obediencia a Dios lo llevaron a varios lugares en Puerto Rico, donde continuó predicando y viendo las maravillas de Dios. Sin embargo, él también se dio cuenta de que el enemigo no descansa y siempre busca vulnerabilidades. Aunque estaba cumpliendo su ministerio con fervor, no se percató de la importancia de discernir y proteger su corazón. Ignoró el consejo de la pastora Karen de mantenerse soltero y, eventualmente, se vio atrapado en una relación que lo alejó de su intimidad con Dios. A pesar de sus buenas intenciones y de tratar de mantener su fe, Bryan comenzó a dedicar más tiempo a su novia que a su relación con Dios, lo que lo llevó a descuidar su vida espiritual y sus responsabilidades ministeriales. Este desbalance lo llevó a alejarse de Dios, cayendo en rebeldía y perdiendo el enfoque en su propósito divino. La desilusión amorosa lo marcó profundamente, afectando su carácter y comportamiento, hasta que finalmente decidió apartarse de Dios y sumergirse en una vida de rebeldía mientras asistía a la universidad, abandonando gradualmente las prácticas de oración y ayuno que antes lo sostenían.
Al principio, Bryan sentía vergüenza de su comportamiento y buscaba lugares lejos de su área, como San Juan y Mayagüez, para evitar ser visto. Con el tiempo, dejó de preocuparse por la opinión de los demás y comenzó a actuar de manera contraria a sus valores, incluyendo beber y salir con frecuencia. Durante la pandemia, recordando su amor por la música, comenzó a escribir canciones y fue alentado por amigos a grabar. Su talento musical fue reconocido rápidamente y, al compartir sus canciones en plataformas como Snapchat y Facebook, recibió una respuesta positiva, ganando seguidores y apoyo. Esto lo llevó a adoptar el nombre artístico "Shorty", que combinaba un apodo universitario con su nombre real. Bryan se involucró seriamente en la música, invirtiendo todo su dinero en producción y promoción, lo cual le permitió ganar cierto reconocimiento, aunque también lo dejó sin fondos. A pesar de los logros y experiencias positivas, incluyendo presentaciones en vivo y premios, Bryan reflexionó sobre el valor de invertir en su futuro y la importancia de alinear sus acciones con los propósitos de Dios, reconociendo las lecciones aprendidas en el proceso.
A los 17 años, después de una desilusión amorosa, Bryan decidió no volverse a enamorar y adoptó una actitud de indiferencia hacia las relaciones, dañándose a sí mismo en el proceso. Durante seis años, se dejó gobernar por sus emociones, pero todo cambió cuando conoció a la que hoy es su esposa, Lele, mientras trabajaba como mesero y seguía su carrera musical. Al principio, ambos eran orgullosos y distantes, pero un chef los empujó a conocerse mejor. Impactado por la madurez y fortaleza de Lele, Bryan comenzó a escribir música para ella. Un momento memorable fue su presentación en una discoteca de Guayama, donde cantó frente a una multitud y le dedicó una canción a Lele. Este evento marcó un punto de inflexión, ya que su actuación fue bien recibida y le dio reconocimiento. Aunque disfrutaba de crear y cantar música, la industria musical le resultaba difícil debido a su superficialidad y falsedad. A pesar de estos desafíos, Bryan continuó en la música por la satisfacción de expresarse y por el apoyo de Lele, quien siempre fue su mayor motivación.
Bryan, a pesar de tener a la mujer de sus sueños y estar inmerso en la música, sentía un vacío interno. Este sentimiento lo llevó a cuestionarse y a disminuir su dedicación a la música. La noticia de que iba a ser padre lo impactó profundamente, cambiando su enfoque y llenándolo de alegría. En ese tiempo, comenzó a alejarse de la música secular, sintiendo que ya no cuadraba con su vida. Dios empezó a trabajar en su corazón, protegiéndolo de peligros y enfermedades, lo que lo hizo reflexionar sobre su pasado y la importancia de seguir un camino espiritual. Un viaje a Mayagüez fue un punto crítico donde, sintiéndose incómodo por personas que estaban armadas que él no contaba ver, recibió una advertencia del Espíritu Santo, decidió marcharse y regresar a casa, reconociendo la constante protección divina. Durante el regreso a casa, Bryan sintió una reconexión con Dios después de años de alejamiento. El Espíritu Santo le habló, instándole a volver al lugar donde solía adorar y tener intimidad con Dios. Esto lo llevó a la casa de su abuela, donde comenzó todo. Ahí, experimentó un abrazo físico y reconfortante del Espíritu Santo, llenándolo de paz y sanando su tristeza. Este encuentro renovó su fe y lo motivó a reevaluar su vida y sus prioridades. Aunque todavía enfrentaba desafíos en su relación y trabajo, su renovada conexión con Dios le dio la fortaleza para seguir adelante con esperanza y determinación. Finalmente, Bryan decidió regresar plenamente a los caminos de Dios, incluso si eso significaba renunciar a su carrera musical y algunas amistades. Expresó a su esposa que su amor y dedicación a Dios eran lo más importante, y aunque le dio la opción de no seguirlo en esta nueva etapa, ella decidió apoyarlo. Esta decisión lo llevó a rechazar una oportunidad musical importante, demostrando su compromiso con su fe. Bryan se comprometió a mantener su corazón guardado y a rodearse de personas que lo acerquen a su propósito divino, demostrando que su vida ahora estaba completamente alineada con su fe en Jesús. A pesar de las críticas y juicios de otros, Bryan estaba decidido a seguir adelante con su nueva vida espiritual, agradecido por la gracia de Dios que lo levantó después de tantas caídas.